Paseo
poco a poco observando las pequeñas calles de esta gran ciudad. La llamamos
gran ciudad meramente por su tamaño, pues esta es grande, pero en realidad
somos como el más diminuto de los pueblos. Aquí las paredes pueden hablar y
contar las más disparatadas historias. Aunque se intente esconder algo, todos
lo sabemos todo. Únicamente mirando a los ojos de tu vecino sabes cuándo fue la
última vez que estos se humedecieron.
Entro
en la panadería. Esta ahora está a cargo de la joven Isabel. Guapa, natural,
alegre inteligente y divertida. Eso sí, soltera aún. Refugiada en la pastelería
de su anciana madre, ya que tiene miedo a vivir su propia vida. La joven es una
insegura que no se tendría en pié si no fuera porque sonríe todo el rato para
dar a los demás, la confianza que a ella nadie le da. Le pido amablemente un
croissant y con una infinita sonrisa me lo alcanza.
Salgo
de allí y sigo vagando sin rumbo alguno, respirando el aire fresco de la
ciudad. Sin darme cuenta me cruzo con el matrimonio de los Blázquez. Intentan
parecer totalmente felices pero no lo consiguen. La joven parece anulada
totalmente. La personalidad agresiva de su marido la deja totalmente eclipsada.
La chica que siempre lucia reluciente y radiante de soltera, ahora es como si
una nueve negra la acompañara a todas partes. En cuanto a él, se le nota una
forzada sonrisa y un excesivo empeño por parecer un matrimonio perfecto. Lo
cual nos da a pensar que oculta algo grande, algo de lo que posiblemente se
sienta tan avergonzado que intente ser el perfecto actor con tal de que no se
sepa. Cuidado muchacho, estas sobreactuando. ¿Qué le habrás hecho a tu esposa,
para que deje de brillar con luz propia?
Y
cansado de andar sin rumbo decido volver a mi humilde apartamento. Antes de
entrar en el portal hago una bola del papel que envolvía mi croissant y lo
lanzo contra la papelera. Rebusco entre mis bolsillos y encuentro la llave del
portal únicamente acompañada de la llave del piso, sin ni un triste llavero,
total, para que. Antes de que me dé tiempo
a encajar la llave en su respectiva cerradura, alguien estira la puerta
hacia el lado opuesto. Es Eulalia, vive en el tercero C, viuda y solitaria luce
de negro desde que su hijo abandonó su casa para ir a la guerra.
Nunca volvió. Rara vez es cuando la veas sonreír. El luto se apoderó de su vida
y de su casa. Con un insípido hola, se marcha con el carrito de la compra
debajo del brazo.
Sigo
escaleras arriba hasta que llego a mi apartamento. Me quito la chaqueta y la
tiro al sofá. Me asomo a la ventana, desde allí veo la luz que ilumina toda la
ciudad e incluso la única persona que da luz a mi vida. La pequeña de los
Ramírez. Una pequeña delicia. Inocentes
cinco años recién cumplidos, ojos llenos de vida y color y una esperanza por
delante. Nunca antes he visto una mirada más sincera ni una sonrisa más feliz.
Mirar todas las mañanas hacia la ventana y verla jugando es uno de los placeres
de la vida, por no decir el único.
Y por
último queda la persona que mejor ha sabido ocultar al mundo su verdadero yo.
Un servidor. Ya a mis cuarenta i cinco años, llevo mi mascara puesta des de
hace años y hasta hoy no me había planteado quitármela. Pero todo estalla un
día. Un día distinto en el que te das cuenta de que para seguir ocultándote es
mejor no seguir. Cojo un papel arrugado y lo estiro contra la mesa después cojo
un bolígrafo y lo destapo:
Querido miedo:
Fiel compinche y amigo. Caminante en mi camino. Nunca me
abandonaste, nunca me soltaste la mano. Me costaste mi vida, mi familia y mi
identidad. Me proporcionaste la más cruda de todas las soledades. Por ti lo
perdí todo y por ti sigo aquí. Así que querido miedo, sé que siempre estuviste y
estarás, que cuando cierre los ojos veré tu figura, ya que ahora eres todo lo
que me queda. Pero querido miedo, pese a que en mis noches de amargura ahí
estuviste, solo te pido que te sueltes de mi mano y que me dejes a un lado. Solo por esta noche
deja que mi cobardía se convierta en valor y que haga lo que debí haber hecho
hace tiempo. Así que querido miedo, abandóname esta noche, para que pueda
descansar en paz.