sábado, 26 de enero de 2013

Vidas ocultas. Capítulo 2: Tienes que irte.

Capítulo 1
"Sabel" se oye a lo lejos, acompañado de unos pequeños pasitos que flotan como si de una hormiguita se 
tratrase. Y aquí viene la pequeña, lo mejor de trabajar en este lugar es ver a los niños correteando ansisos de dulces. 
- ¡Ahí está la alegría de la huerta! - Exclamo con una ámplia sonrisa - ¿A porque vienes hoy? ¿Un donuts? ¿Un bollicao?. 
- Hoy no hay nada para ella que no ha querido comer en el comedor - Afirma Elena, su madre. Ella si que es una buena madre, siempre con esa paciencia y ese talante, si tengo que ser madre algún día quiero parecerme a ella - Dame dos barras de cuarto. 
- ¿Como que no has comido? Te entiendo, yo en el comedor tampoco comía nada, parece que no sepan cocinar - le hago una pequeña mueca a Elena que me mira burlona haciendose la enfadada - Tres cincuenta. 
- Eso dale cancha - Me dice ella - Carolina despidete de Isabel. 
Se acerca a darme un inmenso abrazo yo le guardo una piruleta en el bolsillo y le hago una señal de silencio. Cuando viene ella me siento feliz, juguetona, niña, es uno de los placeres de la panadería de mamá. Hablando de mamá, ya es hora de cerrar. 
La residencia, por el contrario, es un lugar apagado, triste, toda la vitalidad que me transmiete Caronlina me la vuelve a quitar la residencia. No obstante ella hoy está feliz y eso es lo que importa: 
- ¡Hola guapa! ¿Que me traes hoy? - Me pregunta con esa ilusión suya que aún no ha perdido - Tengo mucha hambre, estos matasanos solo me dan que comida de caracoles. 
- Un croissant de hojaldre, los he hecho esta mañana, está tierno, tierno - Espero que aún lo esté - Prúebalo.
- Dios mío niña cada día cocinas mejor, me pregunto cual será la técnica para hacerlos tan buenos. 
- Tube la mejor maestra. 
- No lo dudes, disculpa, cada vez que vienes lo olvido. ¿Como te llamabas? - Sigo sin acostumbrarme a ese tipo de preguntas. 
- Isabel. 
- Isabel es un nombre precioso, creo que conocí a una Isabel en algún momento. 
- Seguro que es así. 
En casa lo que reina es tranquilidad, la paz y el silencio, como a mi me gusta No obstante, parece que esta vez no es así. Un hombre guapo y maravillloso me esta esperando en la cama. Cualquier otra chica estaría encantada, pero yo estoy molesta. 
- ¿Que narices haces aquí? Te dejé bien claro que cuando volviese no quería que estubieses aquí.- Le digo con un tono bastante pedante. 
- No me dejaste acabar de hablar contigo. Te he hecho la cena, la tienes encima de la encimera.- Me dice él. En el fondo siento lástima por él, el pobre no sabe cocinar y yo eso no me lo pienso comer. 
- No tenemos nada que hablar. Es la misma canción de siempre. Lo pasamos bien y eso, pero eso es todo. Ya te he dicho que no quiero una relación ahora mismo. 
- ¿Si no es ahora cuando?  Sabes lo que siento, eres la mujer de mi vida y eso es así. Entre tu y yo hay algo más que sexo de vez en cuando. Ya me estoy cansando de esto quiero más. 
- No te entiendo. Esto es genial estamos bien, sin ataduras, nos divertimos. ¿Porque quieres más? 
- Cuando se trata de ti siempre quiero más. Eres increible. 
- Cállate. 
- Eres lo más increible que hay en mundo. 
- Tu y yo no tenemos ni tendremos nada, entiéndelo. 
- Tenemos algo. 
- ¿El que? 
- Esta noche. 
- Marcos... 
- Solo dame una noche más y desaparezco de tu vida. 
Y nos undimos en un profundo beso. Podría ser infinitamente feliz. Tengo un hombre que me quiere, que es increible y que va a cuidar de mi el resto de mi vida. ¿Por que elijo pasar infinitas noches de soledad, entonces? ¿Demasiado fría para amar? Soy un vagabundo emocional y el es multimillonario en el amor. En el fondo lo envidio. Ojalá no me sientiera tan vacía por dentro. 

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